A la memoria del abuelito Alfredo

Nosotros dos y Jaime, nuestro hermano mayor, fuimos sus nietos de Angol y por eso quizás los más afortunados de tenerlo siempre cerca. Eran muchas horas de largas conversaciones, de mucha intensidad y de emociones. Recuerdo esas veladas familiares en la casa grande de Vergara.. Ahí estábamos la Pilín y Winston; Marco, Pato y Javier; alguna vez estuvo la Vane y la Julianne creo; la Rutita muy chica; la Vale era un bebé.. y por supuesto la Marlene más el trío de hermanos angolinos: Jaime, Gerson y Yo. De pronto empezaba el baile, y en medio de él, la música paraba para dar paso al tango que todos pedíamos para la pareja de dueños de casa. Lo que sigue es puro deleite, los vi bailar con profunda emoción, el tata haciendo figuras en el aire al compás del 2X4 y por supuesto el pie cruzaba la línea central, iba y volvía para el firulete siempre diestro al movimiento rápido, elegante y coqueto para halagar a su querida Juana.